Desde pequeños sentimos con gran intensidad, sin embargo, muy rara vez nos enseñan a gestionarlo.
Crecemos, llegamos a esa vorágine llamada adolescencia y luego nos obligamos a nosotros mismos a esconder esas emociones con el fin de encajar en la sociedad.
Llegamos a la edad adulta sin tener ni puta idea de qué nos quieren decir esas emociones, o de cómo gestionar nuestras reacciones.
Se suelen seguir dos caminos opuestos: O optamos por guardarnos todo, porque nos obligamos a creer que no tiene importancia, o estallamos a la mínima, todo el tiempo, con todo el mundo, porque sentimos que todo es personal.
Pero realmente no muchos saben o entienden que realmente, nosotros mismos tenemos control sobre lo que sentimos; que la decisión es siempre nuestra, y se encuentra en nuestras manos decidir que X acontecimiento nos arruine la mañana, el día, la semana, el año o incluso la vida.
Está siempre en ti.
Y verlo no es nada sencillo (sobre todo porque hemos vivido toda nuestra vida aprendiendo miles de mecanismos de defensa que nos alejan de entenderlo), pero cuando por fin logras entenderlo, te das cuenta de que no hay nada más obvio que eso.







































































































Las sesiones de fotos sanadoras son una forma de profundizar en esas emociones, permitiéndote observarlas y expresarlas de una manera sana y hermosa.
Es una experiencia que puede llegar a ser profundamente sanadora, si te permites ahondar en tu sombra, en tu alma, sin juzgar. Solo sintiendo y permitiendo que las emociones afloren en tu cuerpo y sean expresadas a través de él, en un ambiente seguro y de confianza donde podrás exteriorizar tu vulnerabilidad.
Además de que obtendrás un resultado artístico de tu propio proceso, donde podrás observar tu propio poder y sanación, desde una mirada exterior llena de amor.