Hay algo que tengo que admitir, y es que que he notado el cambio al de irme de Panamá y empezar a vivir en Barcelona.
Cambio con respecto al «status» social, ya que en Panamá, al tener una población tan pequeña y tener una cultura bastante cerrada, para mí fue muy “fácil” llegar a «ser alguien» en ese país. Alguien a quien incluso paraban por la calle para pedir sacarse fotos (no lo digo por alardear, normalmente iba saliendo del trabajo con la peor pinta y la peor cara posible, pero lo menciono para dar perspectiva a mi punto).
Allí, al ser una chica, fotógrafa, modelo, que hace fotos de desnudo, habla sobre sexualidad abiertamente, está tatuada, tiene el cabello rapado y no sé qué más… todo eso me hacía llamar mucho la atención fuese a donde fuese.
Bien es verdad que yo no comía de eso, pero se notaba.
En cambio, al llegar a Barcelona (totalmente era algo que me esperaba), en lugar de resaltar, era una más del montón.
Fotógrafas hay muchísimas y mucho mejores que yo. Que hagan fotografía de desnudo, hay por montones. Divulgadoras sobre sexualidad. Gente con tatuajes y vestimentas impresionantes, chicas con el cabello de todas las formas posibles. Personas no-monogamas hay demasiadas y cada vez más… aquí yo no soy nadie especial, solo una inmigrante más.
Considero que no fue algo desmoralizante, pero sí se notó el cambio, sobre todo a la hora de socializar y de abrirme paso en el mundo del arte.
Sin embargo, considero que he logrado muchísimo para el poco tiempo que tengo viviendo acá. Llegando a vivir de lo que amo y dedicarme a esto cada día de mi vida (cosa que nunca pude hacer en Panamá).
Lo que quiero decir con esto es que, de “ser alguien” no se vive. Y que puedo llegar a empatizar con aquellas personas que no se van del lugar de donde están, aunque no tengan calidad de vida, porque saben que en el momento que se vayan, tendrán que empezar de cero y enfrentarse a la cruda realidad de que no son nadie fuera de allí.
*inserte ruido de cristal rompiéndose*
Salir de su fantasía.
Desde mi perspectiva, no importa quién seas o creas que eres donde estás, sino tienes paz, sino tienes calma, no vale la pena quedarse.
Yo nunca había sido tan feliz como lo soy desde que llegué a Barcelona, nunca me había sentido tan libre, tan yo, tan en paz, con tantas oportunidades increíbles de dedicarme a lo que amo, encontrando a personas tan diferentes y parecidas a mí de quienes poder aprender.
Mi punto es que no tengas miedo a cambiar, no tengas miedo a perder esa posición ficticia que sientes que tienes dentro de tu micro-sociedad. Si cuentas con una calidad de vida que te permita estar tranquilx, sin preguntarte si tendrás para comer mañana o si te robarán el móvil cada vez que sales a la calle, te garantizo que si te priorizas, tendrás el tiempo para dedicarte a hacer crecer tu marca personal, vayas donde vayas. Y si eres genuino, constante y crees en ti y en lo que haces, eso se notará estés donde estés.
Además de que, el hecho de que hayan (en este caso) artistas mucho mejores que tú, no debería ser algo que te desmotive, sino todo lo contrario, es una inspiración y además, si consigues llegar a trabajar con esas personas, te serán de escalón para seguir subiendo a donde quieras llegar.
No tengas miedo a salir de tu zona de confort.
No tengas miedo a perder tu status.
El bienestar no es negociable.
El “ser alguien” sí que lo es.