Siempre he pensado que el erotismo no resta el valor artístico que pueda tener una obra. Y me he aferrado mucho a ese pensamiento, por eso he buscado demostrarlo con mi fotografía todos estos años.
Siento que tengo bastante claro cuáles son los aspectos específicos que pueden hacer que una fotografía erótica pierda su valor artístico. Y no se trata necesariamente de lo explícita que ésta sea. Porque no importa cuán explícita sea una obra, si se trabaja desde una cierta perspectiva, con una intención clara, y se sabe jugar con la iluminación, puedes tener una imagen sumamente potente, erótica y que tenga todo el potencial para ser expuesta en galerías de arte.
¿No puedes imaginarlo?
¿Necesitas un ejemplo?

(Si alguien conoce al autor de esta fotografía, estaría encantada de que me lo dijera).
Entendemos entonces que “lo que se muestre” no es el factor determinante.
Entonces, ¿qué es lo que, a mi parecer, hace que una fotografía pueda perder su potencial artístico?
Aún hoy en el siglo XXI, no somos capaces de dar un concepto definido al arte. Entendemos que dicho concepto cambia de una persona a otra, sin embargo tenemos ciertos aspectos en los que solemos estar de acuerdo (no siempre), como por ejemplo lo que es bello o estético. Pero el arte no se queda solo en expresar lo que es bello, eso nos ha llevado a entender, que una obra de arte es aquella que te hace sentir algo, que te genera una emoción. Pueden ser emociones que entendemos como positivas o no; es por eso que hay arte “feo”, ya que se asocia con las emociones que no estamos acostumbrados a sentir o consideramos negativas.
Si me van siguiendo, ya se habrán dado cuenta cuál es el factor principal que resta el potencial artístico de una obra erótica. Es básicamente, la diferencia entre erotismo y porno.
El porno no solo es explícito, sino que suele ser directo, evidente… Todo está demasiado allí sobre la mesa, y no nos deja mucho espacio para que nuestra mente o nuestras emociones jueguen. Es por ello, que el porno no te hace sentir más que un calorcito en la entrepierna; pero a nivel emocional, nada.
Muy por el contrario, el arte erótico, se enfoca en crear una atmósfera, en sumergirte en un mundo con su propio aire, su propia luz, lleno de olores, texturas, sabores, estímulos que, aunque no sean “reales”, puedes percibirlos y tu cuerpo los recibe sin darse cuenta de ese pequeño detalle. Te sientes curioso, puede que nostálgico, te emocionas y experimentas sensaciones de cercanía e intimidad.
ESE, es el factor determinante. Lo que te hace sentir.
No si se ve más o menos del cuerpo de las personas; hay fotografías sumamente eróticas en las que no aparece nadie, simplemente se ve, por ejemplo, una sábana arrugada, como si alguien acabara de levantarse, y te invita a pensar qué habrá pasado cuando ese alguien estuvo en esa cama.

Es poesía visual.
Es invitar, dejándote la decisión de entrar. No empujarte hacia la puerta y obligarte a quedarte.
Con esto no pretendo decir que una cosa sea mejor que otra, son diferencias que con los años y tras muchos debates he ido estableciendo.
Demás está decir que yo no tengo nada en contra del porno, me parece muy necesario que exista todo tipo de representación en cuanto al sexo. Además, con el porno feminista, cada vez se está rompiendo más esa barrera entre el erotismo y el porno.
Ojalá en un futuro no muy lejano, podamos ir al cine a ver pornografía que merezca la pena estar en las pantallas grandes.
En fin, que puedes concordar conmigo o no, y de cualquier manera es maravilloso. Las diferencias de opiniones no son malas, a pesar de que muchas veces así lo pensamos. Pero estés o no de acuerdo con lo que digo, te invito a analizarlo con mayor profundidad y tratar de observar más allá la próxima vez que veas una fotografía explícita, erótica o pornográfica, y te preguntes: ¿Qué siento al ver esto?